
Desperté una mañana como cualquier otra, me sentí diferente, pero hice caso omiso a eso. Intente levantarme, mis brazos eran más largos, cubiertos de plumas; en ese momento, alcé la cabeza para ver lo que me sucedía: Mis pies tenían unas garras y eran más pequeños; no escuche a nadie en mi casa; supuse que se habían ido. Intente levantarme otra vez y, afortunadamente, pude hacerlo. Sentí que todo era más grande, pero no; yo era más pequeño, corrí con mucha dificultad para verme en un espejo, cuando lo hice, vi. que no estaba en mi cuerpo; sino que me había convertido en águila...